Gio’s, ubicado en el exclusivo hotel St. Regis Venice, es el escenario donde la tradición veneciana se reinventa bajo la mirada del chef Giuseppe Ricci. Su cocina, inspirada en las abuelas italianas pero con una impronta vanguardista, conquistó los paladares más exigentes durante la reciente boda de Jeff Bezos -fundador de Amazon, uno de los empresarios más influyentes de este milenio y que ocupa actualmente el tercer lugar en la lista de multimillonarios de Forbes-.

No hay estridencias ni fuegos de artificio. Entre el murmullo del Canal Grande y las sombras alargadas de las góndolas al atardecer, se cocina en voz baja, como entre las hornallas de la abuela. Pero con una elegancia que actualiza lo clásico y lo proyecta hacia lo contemporáneo. En ese gesto está toda la esencia de Giuseppe Ricci, chef oriundo de Vieste, Puglia, formado entre las cazuelas de sus nonas y las cumbres del refinamiento hotelero.

“Mi abuela paterna vivía en la cocina -recuerda-. Pasaba el año preparando conservas, salsas, pasta fresca, todo lo que la tradición requería para una familia grande. Éramos más de veinte en la mesa y ella cocinaba para todos”. Fue ahí, entre juegos de infancia que implicaban pelar tomates y embotellar passata (un concentrado de tomates), donde nació el germen de su pasión.
Desde allí, Ricci construyó su camino a fuerza de disciplina y sensibilidad. Londres fue su primera gran escuela internacional. Allí, además de sumar experiencia culinaria, conoció a su esposa, veneciana de origen, quien lo llevó finalmente a la ciudad de los canales. “Al llegar a Venecia, sabía que quería entender a fondo la cocina local -relata. Hice un verdadero brainstorming con la abuela de mi esposa para absorber las tradiciones más auténticas de esta región. Siempre me interesó combinar lo clásico con lo nuevo, ese es el corazón de nuestro concepto: shake the tradition (sacudir la tradición)”.

Instalado como chef del restaurante Gio’s en el lujoso St. Regis Venice, Ricci encontró el escenario perfecto para desplegar su visión. Allí, entre platos inspirados en recetas centenarias y presentaciones dignas de arte contemporáneo, compone una experiencia que es tanto un viaje a la memoria como una exploración del presente.
Privacidad, lujo y buena mesa
El St. Regis Venice no es sólo uno de los hoteles más prestigiosos de la ciudad, sino también un edificio cargado de historia. Su actual esplendor nace de la restauración de cinco palacios, el más antiguo del siglo XVII, y se erige en el lugar con la vista más amplia al Canal Grande. Allí se hospedó Claude Monet en 1908 y, más de un siglo después, se alojaron algunos de los invitados más exclusivos a la boda de Jeff Bezos, atraídos por la promesa de privacidad, lujo y buena mesa.

El restaurante Gio’s, con su terraza sobre el jardín secreto y sus interiores que rinden homenaje a Carlo Scarpa y al arte veneciano, fue el espacio elegido para agasajar a celebridades entre luces tenues y champagne sabrage (la técnica milenaria de abrir una botella de espumante utilizando un sable). Aunque los nombres de los comensales se mantienen en la discreción de la alta hotelería, se sabe que allí se degustaron platos que reinterpretan la tradición italiana con una vuelta de tuerca sofisticada.
“Nuestra cocina es verdadera -dice Ricci-. Queremos que nuestros clientes se sientan como en casa, pero con ese extra que da el saber que están comiendo algo único, irrepetible, que solo pueden probar aquí”. Su menú trabaja con productos locales de calidad, muchos de ellos de origen del Veneto, y parte siempre de un respeto absoluto por la materia prima. “La creatividad nace del ingrediente mismo -sostiene-. Se trata de escucharlo, entender qué tiene para ofrecer, y desde allí componer”.

Con platos como el bon bon de seppia in saor di topinambur o los ravioles rellenos de bacalao a la vicentina, Ricci logra una alquimia que conjuga memoria y sofisticación. “El secreto está en saber contar una historia con cada bocado”, afirma.
Aunque su cocina pueda parecer inalcanzable, Ricci insiste en que hay formas de llevar esa inspiración al hogar. “No se trata de replicar platos complejos, sino de entender el espíritu -afirma-: respeto por el ingrediente, conciencia del origen, y una pizca de creatividad”.

Magia con ingredientes simples
En primer lugar para llevar su cocina a la mesa diaria, propone volver a las bases: “Las mejores cocinas caseras parten de la simplicidad -explica-. Con buenos tomates, un aceite de oliva de calidad y albahaca fresca, se puede hacer magia”.
Su segundo secreto radica en los productos de temporada: “La estación marca el ritmo -añade-. Si hay alcauciles en su mejor momento, que ese sea el protagonista. Forzar ingredientes fuera de tiempo suele quitarles sabor”.
Otra de sus claves radica a en buscar el toque personal. “A veces un plato es tradicional -explica-, pero se puede jugar con un detalle: una textura distinta, un montaje nuevo, un sabor inesperado que lo renueve sin traicionarlo. Por ejemplo, en nuestro sándwich club usamos pan hecho por nosotros, huevos italianos que quizás son un poco más amarillos y fuertes, en lugar de tocino, usamos guanciale (un embutido típico de Italia curado y elaborado con la mejilla del cerdo)”.

Finalmente, invita a hacer de la mesa una experiencia: “encender una vela, usar una linda vajilla, poner buena música -enumera-. Comer también es un ritual, no sólo una necesidad. Esta es una estrategia muy sencilla para convertir la cocina diaria en una fiesta cotidiana”.
Para quienes quieran animarse un poco más, Ricci comparte dos recetas que lo definen y que fueron servidas a las celebridades que asistieron a la ceremonia de casamiento de Jeff Bezos con Lauren Sanchez: una versión de pastas rellenas con bacalao a la manera de Vicenza, y su famoso bon bon de seppia. Ambas pueden adaptarse con ingredientes disponibles localmente, respetando siempre el espíritu que las hizo nacer. Creaciones con tradición, respeto y juego creativo.
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