Hay una máxima en la medicina milenaria de la India que dice que “alimento es todo lo que ingresa por los sentidos”. Así, los múltiples estímulos que consumimos a diario podrían afectar la calidad de nuestra nutrición. ¿Incide en nuestros procesos digestivos lo que vemos, sentimos o escuchamos al momento de comer? Según diversos especialistas sí, y es por eso que es imprescindible cuidar al máximo el entorno que construimos a la hora de conectarnos con la comida.
“Si entendemos por alimento no sólo lo que nos llevamos a la boca sino todo lo que ingresa a través de nuestros sentidos, entonces la pregunta acerca de con qué me estoy alimentando nos llevar a pensar en qué ingresa por mis oídos o qué estoy mirando, y si eso luego después me va a costar digerir”, invita a la reflexión Yamila Bellsolá, kinesióloga, profesora de yoga, ayurveda y meditación.
Y continúa, “mejorar la calidad del alimento implica también pensar qué lecturas voy a realizar, qué programas de televisión voy a mirar, de quiénes me voy a rodear. Y empezar a afinar y seleccionar. Si no estoy pudiendo digerir lo que leo, lo que escucho o lo que siento, también me va provocar una indigestión. El Ayurveda propone filtrar, elegir y tratar de eliminar los alimentos que me dañan. Se trata de entender que la verdadera limpieza y alimentación no comienza solamente con una buena dieta si no con una buena mente”, agrega Bellsolá, que es además directora del Centro Ananda Yoga.
“El entorno y el contexto a la hora de comer juegan un papel fundamental en cómo nuestro cuerpo va a procesar los alimentos, ya que influyen directamente en la activación del sistema nervioso autónomo, que es el que controla las acciones involuntarias del cuerpo como la respiración, el ritmo cardíaco y la digestión”, dice la nutricionista Maia Soldano, especialista en salud metabólica.
La especialista explica que es frecuente recibir en la consulta pacientes con hinchazón abdominal constante con el argumento en común de que no entienden por qué se siente así, ya que llevan una alimentación saludable. Sin embargo, advierte que cuando les pregunta cómo comen dicen que lo hacen parados, viajando o respondiendo mensajes en el celular. “Crear un ambiente tranquilo y relajado para las comidas, evitar las distracciones y el estrés ayuda muchísimo a que el sistema digestivo funcione de manera óptima”, explica Soldano.
El sistema nervioso se divide en sistema nervioso simpático y parasimpático. Para que la digestión funcione correctamente es fundamental que se active el sistema nervioso parasimpático, que es el que estimula la secreción de enzimas digestivas y fluidos necesarios para descomponer los alimentos y absorber los nutrientes de manera eficiente.
Si estamos en un entorno estresante, advierte, se activa el sistema nervioso simpático, que es el encargado de preparar el cuerpo para la reacción en situaciones de peligro o tensión, de lucha o huida, dejando la digestión en segundo plano. Así, la digestión se vuelve más lenta y menos eficiente, generando molestias, indigestión e hinchazón.
Lo que hay que evitar para una buena digestión
¿Qué hacer y qué evitar a la hora de las comidas? Cinco situaciones que los especialistas recomiendan evitar:
- Pantallas: en estos tiempos vertiginosos es muy común comer trabajando, respondiendo mails o mirando el celular, pero si evitamos hacerlo, nuestro cuerpo lo agradecerá. “Es importante estar presentes en el momento de la comida”, dice la nutricionista especializada en Ayurveda Lucía Varela. Para esto, es fundamental evitar distracciones y estímulos como el celular o la computadora. Se trata de tomar el momento de la alimentación como un tiempo de conexión con los alimentos. En este sentido, una práctica muy valiosa y saludable puede ser tomarse el tiempo de masticar despacio e intentar registrar texturas, sabores o temperaturas.
- Aceleración: Yamila Bellsolá explica que el apuro no es amigo de la buena digestión. Además, si no damos tiempo para escuchar al cuerpo, corremos el riesgo de no registrar nuestros indicadores de saciedad. En este sentido, tampoco recomienda comer sin hambre. La clave es conectar con el cuerpo y saber escucharlo. Un truco de la nutricionista Lucía Varela es apoyar los cubiertos entre bocado y bocado, de manera de generar un tiempo necesario.
- Malas compañías: si entendemos que alimento es todo lo que ingresa por los sentidos, es fundamental elegir bien con quién vamos a sentarnos a compartir una comida. Si es alguien que está quejándose permanentemente, o hablando de cosas que nos provocan tensión, el estímulo será difícil digerir. Del mismo modo, Yamila Bellsolá recomienda evitar leer o ver televisión antes de las comidas, y por supuesto, apagar noticieros o películas con escenas violentas o angustiantes.
- Ejercicio post comidas: Maia Soldano señala que es fundamental evitar actividades intensas que puedan desviar la sangre de los procesos digestivos hacia los músculos. Recostarse tampoco es una alternativa saludable. Lo ideal, dice, es quedarse unos minutos sentados, o tal vez hacer una pequeña caminata muy breve a paso tranquilo.
- Café, té negro u otras infusiones después de las comidas: aunque beberlas después de comer es una práctica bastante habitual, no sería la mejor opción para favorecer la digestión. “El café, el té negro y otras infusiones como el mate pueden irritar el revestimiento de la mucosa estomacal e inhibir la absorción de ciertos micronutrientes en el intestino si las tomamos después de comer. Mejor disfrutar de estas bebidas en otro momento”, dice Maia Soldano.
Los hábitos que colaboran con una buena digestión
- Prepararse para el ritual: “Antes de la comida es importante tomarse unos minutos para relajarse y prepararse mentalmente. Cocinar puede ser una excelente manera de iniciar este proceso, porque los aromas de los alimentos en preparación estimulan la producción de saliva y enzimas digestivas y preparan el cuerpo para la digestión. Otro hábito muy simple y eficaz es realizar dos o tres respiraciones profundas antes de comer. Esto ayuda a activar el sistema nervioso parasimpático y promover el estado de calma ideal para la digestión”, dice Maia Soldano. En esta línea, apunta un truco que aprendió en un curso de nutrición digestiva: comer una aceituna y mantener el carozo en la boca unos minutos salivándolo antes de la comida. Este pequeño acto, dice, estimula la producción de saliva y va preparando el sistema digestivo para recibir los alimentos. Si estamos en un estado de estrés y queremos volver a la calma rápido, puede ser una muy buena estrategia, combinada con las respiraciones.
- Buenas compañías y alimentación consciente: todo lo que propicie la relajación, hace bien. Así, compartir la comida con otras personas que nos generen buenas sensaciones y conversar de manera tranquila puede ser beneficioso. Sin embargo, no se debe perder de vista el ritual de la alimentación, y la alimentación consciente es un gran aliado, no sólo masticar bien los alimentos y comer lento, sino estar presentes, prestando atención a lo que comemos y disfrutando cada bocado.
- Generar rutinas: Lucía Varela recomienda establecer horarios regulares para las comidas, ya que el proceso digestivo siempre va a ser más efectivo si le damos una rutina y un orden a los procesos de alimentación. Además, recomienda priorizar ingestas diurnas y que la última comida del día tenga una buena distancia con el momento del descanso.
- Una pausa para preguntarse: en tiempos vertiginosos y cargados de ansiedad, es importante registrar cuándo tenemos hambre y cuándo el alimento viene a saciar la ansiedad o el aburrimiento. Detenerse antes de sentarse a comer para registrar si nos sentimos satisfechos o no, nos va a ayudar a realizar una ingesta a acorde a lo que estamos necesitando, dice Varela.
- Cuidar la relajación posterior: del mismo modo que se recomienda tomar un tiempo para entrar en el estado de relajación previo a la comida, es importante darnos un tiempo para salir, y no volver inmediatamente a la actividad. Mantener ese estado de calma va a permitir al cuerpo digerir y absorber los nutrientes de manera eficiente.
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